El bullying, o acoso escolar, es un tipo de maltrato que puede ser psicológico pero también físico y que se lleva a cabo de manera reiterada en su entorno escolar. Normalmente, son compañeros de clase los que llevan a cabo este acoso aunque también pueden ser alumnos con los que no se comparte aula o incluso otros niños del barrio.

En ocasiones, este maltrato se lleva a cabo por parte de un compañero o un pequeño grupo que, sintiéndose en superioridad ante otra persona, se dedican a acosarla con insultos, vejaciones o incluso golpes. Pero hay casos en los que el bullying se produce por parte de toda una clase o incluso participa toda la comunidad escolar.

Algunos se convierten en cómplices activos de los maltratadores al reírles sus ataques o participar de ellos, otros, en cómplices pasivos que no participan pero tampoco hacen nada para evitarlo. Esto es todavía más grave al ser las víctimas niños o adolescentes, mucho más vulnerables y con menos mecanismos de defensa. Muchas de estas víctimas optan por callarse y no comentar lo que les está sucediendo porque tienen miedo a represalias por parte de los acosadores o porque sienten vergüenza por la situación, pudiendo incluso llegar a sentir que se merecen ese tipo de trato.

Las pistas que pueden indicar que un hijo sufre bullying

Estas son algunas pistas que pueden poner a los padres en alerta sobre la posibilidad de que esté sufriendo abusos en el colegio:

Si se perciben algunos de estos síntomas es importante hablar con los profesores para que estos estén alerta y puedan detectar si está ocurriendo algo y, por supuesto, con el propio niño. Para eso es fundamental hacer que se sienta seguro para que se abra y lo cuente.
El papel de un especialista es determinante para lograr que el niño (o adolescente) acabe contando la verdad sobre lo que le ocurre y se pueda actuar para evitar traumas y secuelas.