Este no va a ser un buen artículo.
No me lo he preparado como a mí me gusta prepararme las cosas.
No me he embarcado en las lecturas que tenía previstas para ofrecer los últimos datos sobre el vínculo entre el padre y el hijo, ni tampoco en aquellos que hablan de la importancia del contacto para facilitarlo.
Tampoco puedo ofrecer, tal y como me hubiera gustado, datos actualizados y generales respecto a cuanto tiempo dedican los padres a sus hijos a lo largo del día, si bien recuerdo que FINA SANZ hablaba en LOS VÍNCULOS AMOROSOS” que los padres de los Estados Unidos dedicaban una media de ocho minutos al día; y en un artículo encontrado en Internet se habla de que los padres chilenos dedican una media de unos treinta minutos.
No he encontrado los datos referentes a España.
Y es que no he podido dedicarle más tiempo del que le he dedicado a este artículo. Las razones son diversas, pero entre ellas se encuentra que también yo soy padre, y que las medias señaladas más arriba de tiempo compartido entre padres (hombres) e hijos me resultan del todo insuficientes. Es decir, que he preferido pasar más tiempo con mi hijo que trabajar.
¿Cómo suena esto? ¿No hay una parte de nosotros, por muy pequeña que sea, a la que no le suena del todo bien?
A los hombres nos está costando reubicarnos.
Conocemos demasiado bien el rol de padre tradicional, el cual trabajaba fuera de casa durante todo el día para que a su familia no le faltara de nada. No había otro modelo de padre a seguir. Ahora, tenemos más conciencia de la importancia del vínculo entre padre e hijo; y de cómo este afecta a su autoestima y autoconcepto pero, ¿hasta qué punto es compatible un modelo de padre más centrado en su vida familiar en una sociedad que aún premia a los hombres “casados” con su trabajo?
Subconscientemente, seguimos pensando que un hombre es un triunfador cuando prospera en su empresa, no cuando “prospera” en su propio hogar.
Todo cambio empieza por uno mismo, y dedicar menos tiempo a escribir un artículo para dedicar más tiempo a mi hijo no me parece un “mal negocio”.