Cualquier característica física que diferencie a un niño del grupo, como ser el más alto, el más delgado, el más gordito, el que tiene gafas, puede servir para que se metan con él. Los niños pueden ser muy crueles unos con otros, aunque no lo hagan intencionadamente. Sería estupendo que el niño que recibiera las burlas fuera capaz de ignorarlas o reconocerlas abiertamente, porque así cesarían de inmediato.
¿Cómo pueden los papás o adultos cuidadores ayudar a un niño que está siendo objeto de burlas?
Ayudarles a aceptar su problema: no debemos inducir al niño a desentenderse de sus dificultades sino más bien, manifestar mucha comprensión. Por ejemplo, podemos decirle: “Entiendo que no te guste tener gafas, porque eso te hace diferente a otros niños . A veces, se meten contigo y esto te pondrá triste, ¿verdad? Pero sabes que las gafas son buenas para ti, te ayudan a que puedas ver mejor cosas que te gustan como los dibujos animados o a tus amigos en el parque”.
Indicarle al niño un camino para poder superar sus dificultades. Por ejemplo, se les puede hacer pensar de otra manera: “A ver cariño, ¿todos los niños que tú conoces son iguales?”
También se les puede explicar que “hay niños que se ríen de todos los que son distintos o tienen algo especial, por qué tienen un problema, y es que no saben mirar en el interior. Por eso es importante acercarse y hablar con todos los niños, para poder conocer realmente como son y no sus apariencias”.
También se les puede explicar la técnica del “chubasquero”, que consiste en decirles que “existe un chubasquero imaginario y mágico que si te lo pones (y hacéis el gesto de que os ponéis un chubasquero), todas las palabras de burla resbalarán por él, como las gotas de la lluvia” y practicarla muchas veces con el niño hasta que sea capaz de ignorar los insultos de los demás.
Ayudar al pequeño a que aprenda a valorarse a si mismo. Se les puede hablar de sus cualidades, de sus cosas bonitas: de lo generoso que es con sus amigos o de lo cariñoso que es con sus hermanos o primos, por ejemplo. Ayudarle a que piense más cosas bonitas de cómo es él, a ver qué se le ocurre o recuerda.