La represiva educación sexual recibida por las mujeres en nuestra sociedad hace que se sientan culpables con su propia vivencia de la sexualidad y de su cuerpo, dificultando la escucha de sus propias necesidades.
Es una autoanulación de la mujer desde sus cimientos.
Mensajes tales como “los niños tienen pilila y las niñas no”, ya están instalando en ellas la ocultación de sus propios genitales, además de la sensación de carencia o infravaloración respecto a los niños, que tienen algo de lo que ellas carecen.
¿Por qué no se les dice a las niñas que ellas SÍ tienen clítoris y vagina?
Por ello, el redescubrimiento de la sexualidad de las mujeres es altamente recomendable; sino necesario.
Sin embargo, este redescubrimiento que en los últimos años se había centrado tanto en la recuperación del cuerpo como totalidad para el disfrute de una relación sexual, como en la recuperación del clítoris como fuente de placer focalizado e intenso de primer orden, se olvidó de algo importante ¿Y la vagina?
¡La vagina no encaja en los planes de la liberación femenina! ¡Es excesivamente coital y parece proporcionar demasiado placer al hombre, así que debe de tratarse de un instrumento para perpetuar la sociedad falocrática! Así, quedó relegada a un segundo plano.
¿De verdad es necesario que para el disfrute de su sexualidad la mujer se vea obligada a perder algo por el camino?
Autodescubrirse sexualmente también pasa por redescubirir la vagina como una fuente de placer hacia una misma y, sobretodo, como parte importante de la identidad de mujer sexual libre.
Unos sencillos consejos que pueden ayudar en este camino de autodescubrimiento de la vagina:
- Verla a través de un espejo de mano.
- Sentirla a través de la contracción-relajación del músculo pubococigeo
Un truco fácil para saber cual es este músculo y cómo ha de hacerse la contracción es aprovechar los momentos en los que se orina para interrumpir el flujo.
En cuanto se tengan identificados tanto el músculo como las sensaciones de contracción relajación, se pueden comenzar a realizar series de diez repeticiones de contracción y relajación en cualquier postura. Al principio, las contracciones pueden ser de tan sólo dos o tres segundos para no fatigarse demasiado, y las relajaciones de unos diez segundos, y conforme pasen los días y se vayan repitiendo los ejercicios, se podrá ir aumentando el tiempo de contracción, así como disminuyendo el de relajación.
Para finalizar este artículo, quiero recomendaros un magnífico libro que aborda tanto la sexualidad femenina como masculina: PSICOEROTISMO FEMENINO Y MASCULINO, de Fina Sanz. Editorial Kairos.
¡A disfrutar!