El primer lenguaje que utiliza el niño para comunicarse con los adultos de su alrededor son los garabatos. Hoy queremos dar algunas orientaciones para los papás y maestros que nos lean, sobre en qué debemos fijarnos a la hora de interpretar los garabatos de los pequeños (aunque realmente, también es aplicable a cualquier dibujo) y qué mensajes nos mandan.
Es fundamental observar diversos aspectos como:
- El modo: mirar si el niño sostiene el lápiz de manera relajada o más bien forzada. Esta última indicará tensiones de diversos tipos.
- El espacio: si la hoja está rellena con el garabato indica que se trata de un niño con confianza, extrovertido y con deseos de crecer. Si está poco llena la hoja, muestra temor, inhibición, introversión y timidez.
- El punto de inicio: lo normal es que comience el garabato en el centro de la hoja, por que él se siente el centro del universo. Si comienza el dibujo o lo realiza en otro lugar de la hoja, podría apuntar inhibición o timidez.
- El trazo: puede ser titubeante o por el contrario, seguro. En el primer caso, podría indicarnos algún miedo, por ejemplo, a que el resultado no sea del agrado de los adultos. También a una excesiva rigidez por la limpieza inculcada por los padres. En el segundo caso, el niño muestra una soltura en el movimiento, libertad para explorar y por lo tanto, en su creatividad.
- La presión: el garabato puede ser ligero o estar muy marcado. Un trazo poco marcado sugiere un niño sensible que se mostrará igualmente, en sus juegos y en lo que haga en su vida cotidiana. Y a la inversa, un trazo hecho con presión indica un niño con mucha energía, gran vitalidad y una necesidad de disponer de gran espacio personal.
- La forma: los círculos, puntos, líneas quebradas y puntiagudas, los ángulos son diversas maneras en que el niño se sitúa en su propio mundo, distintas formas de percibirlo y formas de desarrollarse en él.