Unas de las consultas más frecuentes de los padres, es sobre niños que no quieren comer y que se provocan el vómito. Casi todos los pequeños, hacen el intento alguna vez de “manipular” con la comida o con el hecho de vomitar después de comer. Es una de las formas más fáciles para ellos de llamar la atención, ya que intuyen de alguna manera, que esto preocupa mucho a sus papás.
El problema de esto es que si el niño no encuentra otra forma de que sus padres le hagan caso, y a través de no comer lo consigue, va a repetir en muchas ocasiones esta conducta y puede derivar, cuando se llega a la adolescencia, en trastornos de alimentación, como pueden ser la anorexia o la bulimia.
Lo mismo que se educa al niño en otros aspectos, es importante hacerlo desde que son bebés con la comida. Crear una rutina es crucial, comer a la misma hora, introducirle alimentos nuevos de forma divertida, en un ambiente tranquilo, sin meterle prisa y sin agobiarle. No hay que mostrarles enfado o preocupación, sé que a veces es muy difícil, pero aquí está la gran tarea de ser padres. Somos nosotros, los adultos, los que tenemos que buscar estrategias para no ponernos nerviosos y trasmitírselo a ellos.
¿Qué podemos hacer los papás ante niños que “utilizan” la comida?
- Si el niño juega o come con mucha desgana, no le podemos meter prisa o regañarle. Cuando nosotros consideremos que ha pasado la hora de comer, le retiraremos el plato sin mostrar ninguna emoción.
Si le obligamos a comerse todo lo que hay en el plato, podemos producir el mismo efecto. Nunca la comida puede emplearse como un castigo, por lo tanto, tampoco se pueden poner los resto de la misma que no ha querido, como escarmiento.
- Si le hemos retirado alguna comida porque el niño estaba jugando, no podemos ofrecerle al poco tiempo otra comida distinta o una chuchería, aunque el niño nos diga que tiene hambre. Simplemente, le indicaremos la hora de la próxima comida, por ejemplo, la merienda, y esperaremos a que llegue ese momento.
El pequeño debe aprender poco a poco, cuál es el ritmo de las comidas y a tomar el alimento que le haga falta entre una y otra.
- Por supuesto, si el niño no tuviera apetito nunca, habría que acudir al pediatra. Y si no existieran causas fisiológicas, habría que consultar con un psicólogo infantil.
- Hay que buscar la manera en hacerle divertida la hora de comer y motivarlo. Por ejemplo, presentándole la comida de forma graciosa, haciéndole caritas o animales; también se puede cocinar con el pequeño, esta es una forma que motiva mucho a los niños a comer.
- También, la hora de juego de después de comer o ver algún programa en la televisión, pueden ser alicientes para que el niño quiera comer.
- Es primordial que la familia se siente junta en la mesa y charle animadamente. Para convertir la hora de la comida en algo positivo.