El crecimiento personal es un camino sin fin. Sin embargo, cuando hablamos de un camino de crecimiento es fácil caer en el error de creer que éste crecimiento consiste en ponernos metas cada vez más lejanas, más difíciles. No necesariamente. A veces, el camino del crecimiento personal pasa justo por lo contrario: detenerse, escuchar, mirar.
A veces, nuestra neurosis se disfrazará de guía en el camino para mostrarnos una alta montaña y decirnos “cuando la escales habrás llegado a tu realización”.
Y a lo largo de nuestra vida hacemos de escalar esa montaña nuestra misión vital. Nos volvemos intrépidos escaladores; nos volvemos adictos a esa meta. No vemos otra cosa que no sea la meta de todas las metas.
Ponernos metas en la vida es algo plausible e incluso saludable; sin embargo, cuando esta meta nos ciega y no nos deja ver el camino, cuando no nos deja valorar el camino y vivir en paz con nosotros mismos, se convierte en una carga para nada saludable.
De ahí que sea tan importante reconocer qué metas son saludables para nosotros y cuales no.
Cuales son verdaderamente nuestras y cuales nos hemos impuesto para satisfacer a otras personas.
Cuales queremos realizar.
Y especialmente, habrá que prestar atención a cuales de esas metas harán de nuestro camino un lugar de tránsito saludable para nosotros.
Autor: Pedro Caldas Hidalgo