En este tipo de relación, se da una clara ambivalencia: “Tu proximidad afectiva me afixia, y tu lejanía me genera inseguridad y ansiedad”. Como el dicho de: Ni contigo ni sin ti.

Suelen ser personas de tipología pasivo/agresiva y necesitan, por un lado, una figura fuerte y segura (la pareja), ya que ellos se sienten débiles o faltos de apoyo, pero al mismo tiempo, necesitan sentirse libres e independientes de cualquier tipo de control (la pareja). Además, este tipo de personas se acercan o alejan de sus parejas dependiendo de su estado de ánimo.

¿Qué suelen hacer en su relación de pareja este tipo de personas? Pues siguen la ley del mínimo esfuerzo: se dejan querer por su pareja (aceptan su amor y protección) pero sin comprometerse ni acomodarse. El amor es visto como un “mal necesario”, en el sentido de que hay que torpedearlo pero sin eliminarlo. De esta manera, surgen en ellos actitudes en pareja frecuentes como: no recordar fechas importantes, llegar tarde a las citas u olvidarse de ellas, hacer regalos que nada tienen que ver con la pareja con la que están, llamar por otro nombre a la pareja,…

Un estilo amoroso que se convierte en un “terrorismo” afectivo y psicológico, dirigido a mantener una relación poco comprometida.

La pareja de este tipo de personas suelen decirme en terapia: “Si nos queremos mucho pero esto, cada vez va de mal en peor”.

¿Y por qué están con este tipo de personas? Os preguntaréis. Pues normalmente, por mecanismos compensatorios, basados en problemas profundos y antiguos no resueltos. Suelen ser: o individuos muy proteccionistas, con un fuerte impulso maternal/paternal, que están casi siempre tratando de salvar a la gente (pareja, padres, hermanos, amigos). O también, personas que son “perezosas” en las relaciones, que no soportan la responsabilidad de tener una pareja, y esto, hacen que encajen a la perfección con individuos con este tipo de personalidad pasivo/agresiva.